Uno de los puntos clave a la hora de tener una buena experiencia de usuario en portales web es que sus páginas tarden poco tiempo en cargarse. Desde hace años estamos acostumbrados a que Google nos ofrezca sus resultados de búsqueda en menos de un segundo, y no esperamos respuestas mucho más lentas en cualquier página web. Es más, el rendimiento web es uno de los aspectos que Google utiliza para decidir si una página aparece antes en los resultados de búsqueda o no.
Esto nos pone de manifiesto la necesidad de dedicar tiempo y esfuerzo tanto a garantizar una alta disponibilidad de la plataforma (con servicios tan críticos como la sede electrónica) como a reducir los tiempos de respuesta.
Y es que trabajar con una plataforma con 60 portales web hace preciso realizar un seguimiento continuo de dichos parámetros. La disponibilidad de la plataforma web está garantizada gracias al servicio 7×24 con el que se cuenta, pero no asegura que el rendimiento sea óptimo. Las causas por las que el rendimiento puede degradarse son muchas teniendo en cuenta que contamos con más de 15.000 páginas y multitud de funcionalidades.
Por ello, más allá de trabajo del día a día es importante que periódicamente nos paremos a analizar qué acciones podemos realizar para mejorar el rendimiento de la web. Está claro que aumentar el número de servidores (o el número de CPUs, núcleos, memoria, etc. de los existentes) siempre puede ser una opción, pero que no pasa por ser la más eficiente por el coste que supone.
La optimización del rendimiento web, por lo tanto, ha de basarse en una serie de tareas técnicas cómo: Buscar puntos de fallo, cuellos de botella, tareas innecesarias o mal configuradas y deben servir para mejorar el servicio que se presta al ciudadano, buscando una administración más cercana y útil para el ciudadano.
Antonio Ibáñez Pascual
Dirección General de Análisis y Planificación
Consejería de la Presidencia